lunes, 12 de noviembre de 2012

Comentario - San Juan de la Cruz


En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
(¡oh dichosa ventura!)
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.                     5

  A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
(¡oh dichosa ventura!)
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.                     10

  En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz ni guía                              
sino la que en el corazón ardía.                 15

  Aquésta me guïaba
más cierta que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.                    20

  ¡Oh noche que me guiaste!,
¡oh noche amable más que el alborada!,
¡oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada!                  25

  En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.               30

  El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.                  35

  Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.                     40

Este poema pertenece a San Juan de la Cruz, poeta religioso místico español. Vivió durante el siglo XVI, la época del Renacimiento español, cuando además la reforma protestante continuaba expandiéndose. La iglesia católica perdía sequidores, por lo que recurría a escritores como San Juan para difundir la fe. Había dos tipos de literatura religiosa española en esa época: la ascética y la mística. La primera trataba de directamente enseñar al lector e instruirle en la religión, mientras la mística, a la que pertenecían San Juan y Santa Teresa, describía las experiencias de algunos privilegiados experimentaban cuando presenciaban una aparición de dios. San Juan escribía en verso, mientras Santa Teresa escriía sobre todo en prosa. San Juan de la Cruz, al igual que Santa Teresa, perteneció a la Orden de las Carmelitas descalzas, y siempre escribió sobre dios.

El tema de este poema, al igual que el de la mayoría de los poemas religiosos, es el amor divino, donde el autor expresa su devoción por Dios.
Está dividido en ocho estrofas de cuatro versos cada una, el segundo y el último heptasílabos, mientras el resto son endecasílabos. La rima es siempre consonante "a, B, a, b, B". Los versos ocho, veintiuno, veintidos y veintitres están escritos con exclamación, expresando la emoción del autor.
La noche es una metáfora, pues simboliza a dios, a quien el autor se dirige con el poema. Se describen a las almas del autor y Dios como el "amado" y la "amada", que se encuentran por la noche. El autor describe la unión de su alma con Dios, simbolizado con la noche oscura. La descripción del amor divino tiene rasgos de amor carnal, pero tras esa apariencia externa, que no es más que una convención de cómo escribir ese tipo de literatura, se encuentra la devoción por dios.

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