miércoles, 28 de noviembre de 2012

Comentario: Berceo

Comentario de texto: fragmento de los Milagros de Nuestra Señora, por Gonzalo de Berceo

Este fragmento pertenece a la introducción de la obra Milagros de Nuestra Señora, escrita en el siglo XIII por el poeta castellano Gonzalo de Berceo. Nacido a finales del sigo XII en Berceo, fue sacerdote o clérigo secular, y vivió en el monasterio de San Millán de la Cogolla. Obtuvo el título de "maestro", y pertenecía al mester de clerecía, escribiendo para monjes, sacerdotes y novicios. Fue el primer autor que dejó de escribir de manera anónima, y sus obras se pueden separar en tres tipos: obras hagiográficas, obras marianas y una obra doctrinal.

Los Milagros de Nuestra Señora es una de sus obras marianas, donde habla de cómo la Virgen interviene en la vida de la gente con sus milagros, para salvar sus almas. Está dividido en dos partes: una introducción (de donde procede este extracto), donde el narrador describe un jardín paradisíaco, y los milagros, donde se dan ejemplos del poder milagroso de la Virgen.
El tema de este fragmento es el locus amoenus, donde habla de un lugar apacible, descrito con elementos bellos y naturales.

Está escrito en cuaderna vía; dividido en cuatro estrofas de cuatro vesos cada una. Son versos separados por una cesura, con un hemistiquio de siete sílabas a cada lado. Se encuentran excepciones, con hemistiquios de seis u ocho sílabas, en los versos uno, dos, seis, catorce y dieciseis. La rima es consonante y siempre igual en todas las estrofas: AAAA.
Del verso segundo al tercero se produce un encabalgamiento suave, y del verso catorce al quince se produce uno abrupto.

En cuanto a la estructura interna, el poema se puede separar entre la presentación del narrador/autor (primer verso) y la descripción de el prado (del segundo al último verso). A lo largo del poema el autor describe un bellísimo prado, utilizando todos los sentidos y hablando de todos los árboles y otros elementos que lo habitan. En el verso ocho hay una antítesis, pues contrapone las ideas de frío en verano y calor en invierno. En el verso siete se personifica a las fuentes, pues no pueden "emanar cantos".

Como pertenece al mester de clerecía, el propósito este poema es instruir a la gente en la religión cristiana católica. En particular, Berceo escribía para instruir al bajo clero, que tenía una pobre educación religiosa. Dirigía su poesía a monjes, sacerdotes y novicios, para que transmitieran sus enseñanzas.

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