jueves, 30 de mayo de 2013

Texto PP - El señor de las moscas

En El señor de las moscas, la "bestia" empieza siendo un producto de la imaginación de los niños, una criatura que inventan para dar forma a sus temores. Creen ver cosas en la oscuridad, pero al no saber lo que son, no saben qué hacer. Hasta ahora, cualquier cosa que supusiera un peligro era cazada, pero no se puede cazar la nada, ni algo imaginario. Por lo que le dan forma a ese algo.

Hubieran estado menos asustados si hubiesen sabido lo que era, si lo hubiesen podido ver. Es como en las películas de terror, cuando no se nos muestra el peligro, pero se intuye que está allí.

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Esta creencia evoluciona cuando los niños encuentran al paracaidista. Los miedos de los niños se personifica en la forma de un hombre, un soldado. Además, llega a la isla como respuesta al deseo de Piggy de una señal del mundo de los adultos. Y lo único que pueden ofrecer los adultos es un soldado muerto.

Piggy dice que la bestia es "solo miedo", y Simon dice que es "solo nosotros". Este comentario de Simon puede significar dos cosas: "solo nosotros" literalmente, pues no es más que un hombre, o es solo el temor al que se refiere Piggy. A la oscuridad que reside dentro de cada uno. Eso es algo que no se puede cazar y matar, no se puede nombrar o derrotar, pues es parte de nosotros.

Además, cuando Ralph y Jack descubren el cadáver, se refieren a él como un "primate gigante". No es el hombre más que eso?

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Las cazas de cerdos son para simbolizar la capacidad del ser humano para la destrucción y violencia, además de sed de sangre e histeria en masa. Los niños disfrutan no sólo con la caza, sino sobre todo con el matar, con la sangre. Más adelante representan la caza en rituales una y otra vez, hasta que, excitados por la violencia, acaban matando a Simon a golpes.

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La ropa, como las gafas, son un recuerdo del mundo civilizado que acaba desapareciendo en esta isla. Al principio, los niños necesitan la ropa como protección contra la isla y el sol, pues no están preparados para la vida en esta isla. Pero pronto se adaptan, su piel y su mentalidad cambiando, y dejan de llevar ropa así como dejan de comportarse como seres humanos civilizados.

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Desde el primer instante en el que los niños llegan a la isla, se ven señales de destrucción. La primera es la gran "cicatriz" dejada en el paisaje por el avión. El agua en la que se bañan está "más caliente que la sangre"; los niños dejan "heridas" en la vegetación al moverse por la selva; los rayos son una "cicatriz blanca y azul" y el trueno el sonido de un "látigo gigante".

Al tratar de contestar la gran pregunta que crea esta novela: "Són los niños, los humanos, violentos por naturaleza, o es la naturaleza la que les vuelve violentos?" se puede hacer de dos maneras a partir de esto. Se podría decir que, como la isla es violenta ya de por sí, los niños no pueden hacer nada para evitar formar parte de este salvaje. Pero también se podría decir que los chicos trajeron heridas y cicatrices a la isla desde el principio, y que son portadores de violencia allá donde vayan, la isla siendo el Edén que destruyen.

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